Casas y calles

Los vestigios más antiguos de la ciudad han sido encontrados en el sitio en que se cruzaba el decumanus maximus con el cardo X  de época romana, un lugar que ha proporcionado un registro más o menos ininterrumpido del habitat de cerca de 1450 años (desde el 760 a. C hasta el 700). El plan de reconstrucción de la primera fase de esta parte de Cartago muestra cuatro edificios rectangulares que comparten parcialmente una especie de patio pavimentado comunitario con un pozo. Al este de este conjunto, una calle corre en dirección norte-sur pavimentada con el mismo tipo de piedras que el patio común. Al este de esta calle, la ciudad parece haber continuado con la construcción de más casas. La primera fase ha sido datada en torno al año 750 a. C, sobre la base de la datación convencional de la cerámica geométrica griega tardía encontrada en y por encima de ella.

Una generación más tarde, hacia el año 725 a. C., se produce una reestructuración de las casas en esta parte de la ciudad que sugiere la presencia de una fuerte autoridad pública que posee el poder de cambiar la trama urbana. La orientación de algunas de las casas ahora se han cambiado a fin de cumplir con una estructura general en forma de insullae. Una característica importante en esta reestructuración es el hecho que todas las casas comparten ahora paredes exteriores comunitarias. Dentro de la zona cubierta por la excavación sólo una sola casa puede ser documentada en toda su extensión, la llamada Casa 1. El plan de reconstrucción muestra que el pozo, que había sido común en la primera fase, ahora al parecer, se encuentra en el área de patio vallado de la Casa 1. Cuatro estancias, separadas por simple muros de adobe, se pueden interpretar como habitaciones, también en base a los hallazgos; otros tres espacios parecen haber quedado abiertos hacia la calle. A partir de paralelos en otros lugares, del mundo fenicio, estos espacios pueden interpretarse como talleres anexos a pequeñas tiendas. Algunos de los hallazgos en la calle (todavía sin pavimentar) que pertenecen a la fase de uso de estos talleres muestran que, probablemente, uno de ellos se había utilizado para el trabajo del marfil.

Otro sector de casas, que se comienzan a construir en el siglo V a. C., el denominado “barrio Magón” ha sido excavado por los arqueológos alemanes en el sector marítimo, muy cerca de la línea de la costa. Las viviendas no están muy bien conservadas, pero presentan una rica decoración estucada, columnas, capiteles, mármoles de colores diferentes y diversas procedencias, y gran variedad de pavimentos de rica policromía. Sus plantas son bastante extensas, pudiendo alcanzar en ocasiones los 400 m2 y se disponen en una retícula urbana de calles amplias y bien trazadas que se cruzan en ángulo recto, según la ordenación de tipo hipodámico. En los estratos más profundos, fechados a finales del s. VIII a.C., se documentaron suelos rubefactos que delataban la proximidad de instalaciones dedicadas a la producción metalúrgica. También se encontraron aquí residuos industriales formados en este caso por grandes cantidades de múrice triturado, que indicaban la producción de tintura en cantidades lejos de los límites del consumo privado.


Por cierto que se conserva una inscripción, encontrada en la propia Cartago, en la que se menciona la apertura de una calle que conducía hacia el barrio marítimo, en la parte baja de la ciudad, y en cuya construcción habían participado los ciudadanos:

“...ha abierto y hecho esta calle, en dirección a la Plaza de la Puerta Nueva que se encuentra en la muralla meridional, el pueblo de Cartago, en el año de los sufetes Safat y AdoniBa‘al, en tiempos de la magistratura de AdoniBa‘al, hijo de Eshmuhill hijo de B... y de....hijo de Bodmelkart, hijo de Hannón y de sus colegas. Fueron propuestos para este trabajo Admelkart, hijo de Ba‘alhanón, hijo de Bodmelkart en calidad de ingeniero de caminos, Yehawwielon, hermano de Bodmelkart, en calidad de cantero. Y trabajaron en esto todos los mercaderes, los porteadores, los embaladores, que están en la llanura de la ciudad, los pesadores de monedas y aquellos que no tienen nada de dinero ni de oro y también aquellos que si tienen, los fundidores de oro, y los artesanos del vaso, y el personal de los talleres de horno, y los fabricantes de sándalos, todos juntos...” (A. Mahjoubi y M.H. Fantar, Une nouvelle inscription carthaginoise, RANL, VIII,21, 1966, PP. 201-209).


En los niveles superiores, los sondeos practicados en Bir Massouda han aportado estructuras murarias, pavimentos, infraestructuras hidráulicas y letrinas que reflejan un nuevo cambio de funcionalidad. Durante el s. V a. C. el barrio metalúrgico que había cubierto una anterior necrópolis del siglo VIII, muy similar a las de Tiro fue desmantelado y en su lugar se instalaron una serie de viviendas que verifican la expansión hacia el sur del hábitat, más allá de los límites impuestos por la muralla arcaica. Estas casas permanecieron habitadas, con sucesivas reformas, hasta su destrucción en el 146 a. C.

Las excavaciones francesas en la ladera sur de la colina de Byrsa han sacado a la luz un barrio tardo-púnico (s. II a. C) formado por casas organizadas en bloques o manzanas separadas entre sí por calles cortadas en ángulo recto y de unos cinco metros de ancho. Se trata de casas con plantas de pequeñas dimensiones, unos setenta metros cuadrados, pero de al menos dos pisos, tal vez más, a juzgar por el grueso de los muros, dotadas de un patio central rodeado o precedido de un pórtico lateral, salas de recepción, salas de agua, habitaciones destinadas a usos diversos, así como cisternas de gran capacidad para a almacenar el agua de la lluvia. En el cruce de algunas calles se ubicaba una pequeña plazoleta que ha podido servir como zoco.


Igualmente, algunas de las habitaciones que daban a las calles han podido ser utilizadas como tiendas. “Estos bloques o manzanas aparecen separados y comunicados entre si por calles cortadas en ángulo recto y presentan el ancho medio de las vías urbanas de las grandes ciudades de época helenística, entre cinco y siete metros. Pero, a diferencia de lo que vemos en ciudades mediterráneas similares, por ejemplo en Sicilia, no son calles empedradas, sino simples clazadas de tierra batida que requerían refecciones frecuentes. A falta de alcantarillado axial, las aguas residuales se recogían en sumideros o pozoz negros excavados en la arena o en la tierra del suelo natural por debajo del nivel de la calle, con paredes revestidas de un aparejo de pequeñas piedras. Una canalización casi siempre hecha someramente con bases de ánforas encajadas unas con otras unía estos sumideros al pequeño conducto de aguas residuales en el eje de cada pasillo de entrada...Por lo que se refiere al agua de la lluvia, se deslizaba por la superficie apisonada de las calzadas y solía recogerse al final de una depresión central, una especie de conducto que se formaba naturalmente en el eje de la calle” (S. Lancel, 1994: 150).


En el sector de Gammarth, que probablemente formaba parte de la Mégara que citan los textos antiguos, se han descubierto los restos de edificaciones, de finales del siglo III y del II a. C. Se trata de mansiones suburbanas de amplia planta, alcanzando unas veces los doscientos metros cuadrados, que presentan en ocasiones un plano bipartito. Una de ellas constaba de dos alas y comprendía una almazara con todas las instalaciones y accesorios para la elaboración del aceite, así como de las habitaciones del propietario, sala de agua incluida, ricamente decoradas con pavimentos polícromos, revoques estucados y columnas con capiteles jónicos. Se trataba, seguramente, de las mansiones de ricos propietarios cartagineses que poseían aquí algunas haciendas y fincas de recreo

BIBLIOGRAFÍA

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