El ejército cartaginés

El ejército de Cartago fue hasta el último momento un combinado de tropas ciudadanas y extrajeras que, al menos desde el siglo V a C., había adquirido un carácter pluriétnico y una organización táctica y estratégica que le llevó a disponer de infantería pesada y ligera, de artillería, de una caballería cada vez más importante así como de secciones de carros y elefantes, además una poderosa flota, elementos todos ellos que muy bien pueden ser considerados como protohelenísticos, sin que por ello se rompieran los vínculos que integraban a la comunidad cívica en la participación militar.

El mando militar.
El comandante supremo de los ejércitos cartagineses, el estratega, era normalmente un noble elegido por la asamblea de la ciudad. Por debajo se encontraban los generales y oficiales con mando directo en la tropa. Los oficiales superiores eran también cartagineses de nacimiento y se encargaban del mando de los distintos cuerpos de tropas. Mucho es lo que se ha dicho de las veleidades políticas de aquellos generales y de la desconfianza de los cartagineses hacia ellos, hasta convertirlo en el principal defecto del sistema militar de Cartago. Pero, como ha señalado H. W. Warmington, apenas un par de generales con mando en toda la historia de Cartago, Malco en el siglo VI y Hanón en el IV a. C, protagonizaron intentonas o insurrecciones, mientras que todos los demás intentos que mencionan los textos antiguos fueron protagonizados por antiguos generales que ya no disponían de tropas.

El mando del ejército y los éxitos conseguidos en la guerra podían servir, como en otras partes, para apoyar las aspiraciones políticas de algunos nobles cartagineses, que, defraudados por la desconfianza de la aristocracia, llegron a situarse algunas veces al margen de la legalidad. No fue del todo raro que hombres de gran valor se vieran atacados por los miembros de su propia clase después de una campaña victoriosa. Las intrigas políticas dentro de la aristocracia contribuyeron sin duda a ello. Pero tampoco es éste un rasgo exclusivamente característico de Cartago, ya que sucedía en muchos otros lugares del Mediterráneo.

Similarmente, la dirección de la flota estaba reservada a los notables de la sociedad cartaginesa y a las principales familias, miembros de la aristocracia. Eran estos nobles quienes desempañaban el cargo de navarca, jefe de la flota o de una parte de esta, y el de trierarca, que estaba al mando de cada unidad naval. Aún así un trierarca especialmente diestro y experimentado podía llegar a mandar formaciones más amplias.

Los ciudadanos en los ejércitos de Cartago.
Encontramos a los ciudadanos de Cartago participando activamente en las guerras de Sicilia de los siglos V y IV a. C., junto a mercenarios y aliados de diverso origen, y combatiendo igualmente en Africa en tiempos de la invasión de Agatocles. Se ha querido reducir esta participación ciudadana en los ejércitos cartagineses a un privilegio aristocrático. Los jóvenes de las mejores familias cartaginesas combatirían en un regimiento de élite, el batallón sagrado, cuyos efectivos ascendían a dos mil quinientos hombres. Pero ello no implica que cartagineses de otra extracción social pelearan en las filas del ejército. La noticia de Diodoro (XX, 44) sobre la intentona de Bomilcar en el 309 a. C, muestra claramente como los ciudadanos cartagineses formaban parte de las tropas, tanto de las que apoyaron la insurrección, como de las que se opusieron a ella:

"Cuando Bomilcar había pasado revista a los soldados en la que se llamaba Ciudad Nueva, que se encuentra a poca distancia de la vieja Cartago, despidió al resto, más cogiendo a aquellos que estaban unidos en conspiración, quinientos ciudadanos y unos mil mercenarios, se autoproclamó tirano. Disponiendo a sus hombres en cinco columnas atacó matando a todos aquellos que se le oponían en las calles. Ya que un extraordinario tumult0 estalló en la ciudad, los cartagineses supusieron en un principio que el enemigo había penetrado y la ciudad estaba siendo traicionada, cuando, no obstante se conoció la verdadera situación los jóvenes se reunieron, formaron compañías, y avanzaron contra el tirano".

Los ciudadanos continuaron estando presentes en la movilización del 256 a. C. contra Régulo, que como Agatocles medio siglo antes, había desembarcado en Africa en el curso de la primera guerra contra Roma, así como en las luchas del 240 a. C contra los mercenarios sublevados y en el 205 a. C. contra Escipión. En el 146 a. C. los últimos defensores de la ciudad eran todos ciudadanos, y en el propio ejército de Aníbal, que era sin duda un ejército de tipo helenístico, había muchos de ellos. También sabemos que los cartagineses servían en la flota, y en muchas ocasiones, como es normal, las arengas de sus generales exhortaban a estos soldados a conjurar el peligro que amenazaba la patria, lo que no habría tenido sentido de no ser ciudadanos los combatientes. Los cartagineses que servían en el ejército pudieron incluso haber llegado a desempeñar, como ciudadanos en armas, cierto papel político, reunidos en asamblea que ratificaba el juramento de magistrados y senadores, aunque este punto no es del todo seguro. En cualquier caso se les conoce como “la gente del campamento” (m mhnt), y monedas con esta leyenda fueron acuñadas durante las guerras de Sicilia.

Los contingentes aliados.
Los contingentes aliados, como la famosa caballeria númida, eran aportados por pueblos o sus príncipes y permanecían agrupados por naciones, combatiendo según sus propios métodos y costumbres. Desde las primeras guerras de Sicilia, tropas aliadas, que no en pocas ocasiones eran incluso griegas, combatieron bajo el mando de un general cartaginés, y aún antes los etruscos aparecen como aliados de los cartagineses en Alalia. Los contingentes integrados por africanos, sardos o hispanos, eran reclutados mediante conscripción y recibían a cambio una paga. Este tipo de tropas fueron haciéndose más numerosas e importantes a medida que la hegemonía cartaginesa se extendió por el norte de Africa y el Mediterráneo occidental.

Entre los contingentes de aliados que combatieron con los ejércitos de Cartago, merecen mención especial los númidas, hábiles jinetes y bravos guerreros. La caballería numida desempeño un papel de gran importancia en episodios como el de Naravas, un jefe númida que se sumó a las tropas de Amilcar Barca durante la sublevación en Africa de los mercenarios tras la segunda guerra con Roma. También debemos señalar los éxitos en Iberia de la caballería numida de Masinisa, que luego combatió con Escipuón del lado romano contra los cartagineses y contra Sifax, otro numida aliado de Cartago.

Los mercenarios.
Desde mediados del siglo Vl a. C., como consecuencia de la reforma militar de Magón, contingentes de mercenarios habían sido incoporados al ejército cartaginés. Los mercenarios desempeñaron un papel notable en muchas de las guerras y su número aumentó con el tiempo, siendo su origen muy diverso: libios, ligures, corsos, etruscos, griegos, itálicos, iberos y galos. Pese a los juicios negativos, especialmente de los romanos, contra estos soldados de fortuna, el propio Polibio reconoce que Anibal supo superar los inconvenientes habituales de los mercenarios para convertirlos en notables combatientes durante quince años:

“¿Quien no alabaría el saber militar, el coraje y el vigor de Aníbal en sus campañas, si considera el largo tiempo que duraron, si piensa en las batallas que libró, de menor o mayor envergadura, en los asedios que emprendió, a sus pasos de ciudad a ciudad, y reflexiona, además, sobre el alcance del conjunto de sus planes, sobre su gesta, en la que Aníbal guerreó ininterrumpidamente dieciséis años contra Roma en tierras de Italia, sin licenciar jamás las tropas de sus campamentos?. Las retuvo, como un buen piloto, bajo su mando personal. Y unas multitudes tan enormes jamás se le sublevaron ni se pelearon entre ellas, por más que echaba manos de hombres que no eran ni del mismo linaje ni de la misma nacionalidad. En efecto, militaban en su campo africanos, iberos, ligures, galos, fenicios, italianos, griegos, gentes que nada tenían en común a excepción de su naturaleza humana, ni las leyes, ni las costumbres, ni el idioma. A pesar de todo la habilidad de Aníbal hacía que le obedecieran, a una sola orden, gentes tan enormemente distintas, que se sometieran a su juicio aunque las circunstancias fueran complicadas o inseguras, y ahora la fortuna soplara estupendamente a su favor, y en otra ocasión al revés.”(XI, 19; TRAD. M. Balasch Recort)

Lo que es corroborado por el propio Tito Livio:

“.. los unió con un vínculo tal que no se suscitó ninguna sedición ni entre ellos ni contra su jefe, a pesar de que con frecuencia faltaba en el territorio enemigo la paga y los víveres, por cuya carencia en la primera guerra púnica tuvieron lugar muchos sucesos terribles entre los jefes y los soldados”. ( XXVIII, 12; TRAD. J. Solís y F. Gascó)

Además, la opinión no era unánime. Diodoro, por ejemplo, enumera las que considera evidentes ventajas de los ejércitos mercenarios, principalmente el que ahorraran la sangre de los ciudadanos. Los romanos, por su parte, se complacían en insistir en las diferencias que separaban los ejércitos de Cartago de los suyos propios, aunque parece que más bien era el ejército romano el que era bastante diferente de los restantes de la época, pero tampoco hay que pensar que todos los ejércitos cartagineses fueran como el de Anibal. Por otra parte, las revueltas de los mercenarios, aunque algunas tan peligrosas como la que estalló tras concluir la primera guerra contra Roma, tienen un carácter casi anecdótico en la historia militar de Cartago.


BIBLIOGRAFÍA

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CHARLES, M. B. y RHODAN, P., "Magister Elephantorum: A Reappraisal of Hannibal's Use of Elephants", Classical World, 100, 4, 2007, pp. 363-389.

FARISELLI, A., "I mercenari di Cartagine attraverso l'esame delle attestazioni letterarie", Studi di egittologia e di antichità puniche, 16, 1997, pp. 141-162.

GOMEZ DE CASO ZURIAGA, J. F., "El ejército cartaginés en la primera guerra púnica", Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera, 56, 2005, pp. 73-128

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TAULBEE, J. L., "Mercenaries and citizens: A comparison of the armies of Carthage and Rome", Small Wars & Insurgencies, 9, 3, 1998 , pp. 1-1.

WAGNER, G. C., "Guerra, ejército y comunidad cívica en Cartago", Homenaje al profesor Presedo, Sevilla, 1994, pp. 825-835.

WISE, T., Armies of the Carthaginian Wars 265-146 BC., Oxford, 1982 (Osprey Pub..)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos

En que habría consistido la reforma militar de Magón del s.VI?

Para la batalla de Himera (480 a.C.) que tipo de panoplia deberíamos imaginar para el soldado ciudadano púnico ? No se si pensar en una hoplítica teniendo en cuenta que las guerras contra los griegos en Sicilia no habrían tenido lugar y con ellas las influencias militares.

Gracias por tu tiempo.

Carlos G. Wagner dijo...

No esta claro, ya que las escasas fuentes no lo especifican. Pero puesto que Cartago parece convertirse ahora en un potencia se puede sospechar una modernización del,armamento y la introducción de tropas de aliados y mercenarios. Esta modernización pasa necesariamente por la incorporación del armamento y técnicas hoplitas que los cartagineses pudieron conocer en Egipto donde fueron introducidas por mercenarios espartanos en época de los Psameticos.

Anónimo dijo...

Recientemente he conocido la hipótesis de una "koine tiria" como si de una liga de las Ciudades fenicias del Estrecho se tratase. Según parece podría haberse constituido a consecuencia de la pérdida de la influencia palacial frente al auge de la aristocracia fenicia colonial. En este panorama:

-Entre el s.VI-IV, momento de consolidación urbana, se puede entender a estos enclaves como una polis con una milicia ciudadana?

-También soy conocedor de que defiendes la idea de una existencia no pacífica entre iberos y fenicios, siendo esto así, crees que se puede hablar de una panoplia tipo hoplítica (adoptada por influencia griega y cartaginesa)? no se ha encontrado ningún tipo de armamento formando parte del ajuar no cerámico en necrópolis fenicias como la de Gadir?

Carlos G. Wagner dijo...

No es descartable, pero, salvo en Cartago,,los textos no dicen nada al respecto. No hay apenas armas en las necrópolis fenicias,,pero tampoco las hay en las griegas.

Anónimo dijo...

En estos comentarios, se comenta la participación de mercenarios espartanos durante la época de los Psameticos que podrían ser la primera influencia de la introducción hoplítica en Cartago (por lo visto bastante antes de las guerras en Sicilia, esto último no me lo imaginaba), pero no habrían sido los hombres de bronce (los hoplitas de Jonia y Caria) más relevantes incluso que los espartanos en la introducción hoplítica en Egipto ¿o, este episodio y el de los espartanos son casos distintos?

Muchas gracias por su tiempo.

Carlos G. Wagner dijo...

Son casos distintos, en efecto.